Siguiendo con mi objetivo de centrarme en mi trabajo artístico, elegí centrar el contenido del blog en temas relacionados con lo que me inspira como artista. Descubramos juntos con qué frecuencia de creación de contenidos será posible mantener el trabajo artístico como foco. A partir de hoy compartiré aquí películas, libros, viajes, espectáculos teatrales, musicales y otras experiencias que han tenido, tienen o tendrán impacto en mi quehacer artístico, con mi punto de vista sobre el tema y, cuando tenga sentido, relacionando el contenido con obras de arte que ya he creado, proyectos artísticos que estoy desarrollando, etc.
Soy Nycka Nunes, soy artista visual, licenciada en publicidad y marketing, con múltiples talentos. Si fueras o hubieras sido mi compañero en el colegio, sabrías que estaba entre los mejores alumnos en casi todo (de hecho, en todo lo que me interesaba). Me gusta el arte desde pequeña y hoy voy a hablar de una película que me encanta, protagonizada por Russell Crowe, y no es “Gladiator”. Voy a hablar de “Un buen año”.
La película cuenta la historia de Max Skinner, quien de niño frecuentaba la bodega de su tío en el sur de Francia. Años más tarde, Max, entonces un exitoso profesional de los mercados financieros en Londres, hereda la bodega de su tío. El viaje para atender trámites burocráticos no sale como se esperaba y la experiencia cambia la percepción de Max sobre el propósito del dinero. Quizás esto pasó desapercibido para algunos críticos de cine. Ellos son críticos de cine, yo soy una artista. Y el punto que muestra este cambio de percepción se resume en dos escenas, en la segunda mitad de la película, creo. Escribo de memoria, sin volver a ver la película para anotar detalles.
La primera escena es cuando Max está hablando con su jefe en Londres, en la oficina del jefe, después de regresar de Francia. En la pared hay un Van Gogh enorme. Max hace una observación sobre la pintura. El jefe dice que es una copia y el original está guardado en una caja fuerte. Luego, Max pregunta cuándo el jefe aprecia el original. Esta es quizás mi escena favorita de la película, debido a la profundidad del significado de una escena que es corta. Poco después viene la segunda escena, que muestra a Max llegando con el cuadro al restaurante (si digo más se convertirá en spoiler, así que mira la película).
El propósito del dinero es permitirnos a nosotros y a quienes amamos disfrutar de lo mejor que puede ofrecernos. Esto lo aprendí de mi padre. Max, cuyo tío era propietario de una de las bodegas más premiadas de Francia, seguro que también lo aprendió desde que nació, y quizá la edad adulta le robó el placer de determinadas experiencias, y el viaje a Francia le hizo reencontrarse con ellas. A veces las prisas del trabajo, la presión (interna o externa) por tener éxito profesional, entre otras cosas, nos alejan de lo que realmente importa. Y la vida sin arte, sin refinamiento, sin esta búsqueda de mejores experiencias, es animalizada, fea, vulgar.
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Nycka Nunes
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